viernes, 30 de julio de 1993

Cruz del Castillo (1346 m) intento a la normal Cara Sur. Sierra de Cantabria, Montaña Vasca



el intento más surrealista o mi vida como un jabalí

Precario intento de descubrir algún trazo que tuviera la entidad de llamarse camino.

Nuestra pequeña inmersión en el más puro hábitat de los jabalíes y demás fauna del soto bosque serrano.

miércoles, 28 de julio de 1993

Larrunarri (tardeo)

paseo vespertino de una tarde de verano

Larrunarri (Txindoki, 1346 m) arista Oeste. Aralar, Montaña Vasca

Hay un chico que se llama J; vive en Gasteiz.

No lo conozco mucho, y tan cierto como que veo el Mandoegi cuando voy cada día al trabajo, es esta particularidad que le adorna: Este hombre no sabe hacer una actividad normal en el monte, siempre tiene que haber alguna particularidad que haga de ella algo "estresante" o al menos peculiar (arista de Palomares al trote, Camino de Santiago en 3 días en bici, aproximar a la Norte del Perdido por el Swan, ...).

En esta ocasión, la prueba del "concurso" consistía en, un calurosísimo día de julio (un calurosísimo día al que mediáticamente no se le atribuirían aun causas algorianas, sino, tal vez, capadeozonianas), aproximar a la base de la arista del Txindoki, escalarla, y rapelar la "Txema" de la pared Sur: Una gymkana pelín brutal, y con poquita agua, por supuesto.

Estamos hablando de subir, a la hora de la comida, con las cuerdas, los hierros y un solazo del copón hasta la base. Vestirse de romanos, escalar/arrastrase a través de los diferentes largos, y luego, por darle "más ambiente", rapelar los 5 largos de la citada Txema, con todo el solazo de la tarde horneando el cogote y resecando la boca.

Pero, ¡ojo!, todo ello de muy buen humor.

sábado, 10 de julio de 1993

Pico de la Garganta de Aisa


en algún lugar estaba, ese bello monte que impresiona

Pico de la Garganta de Aisa (Aspe, 2649 m) intento normal corredor Norte. 
Macizo de Aspe, Valle del Aragón, Pirineos

Hace años salíamos al monte aun cuando la niebla impedía el avance. En esta ocasión no hicimos sino deambular por un tenebroso panorama plagado de piedras, pistas, postes de telesillas, ...

Ya nos habían avisado, la noche anterior en el refugio, que en el Aspe las nubes y la niebla eran moneda de cambio habitual, mientras que probablemente en Jaca o Lescun estuviera despejado.
Más adelante veremos, en este retro-blog, cómo el Aspe caería en nuestras manos, en sendas y bien bellas ascensiones.